Manuel Belgrano y las Pedagogías del Sur en la matriz de pensamiento americano

Por Profesora Virginia Henry

 

Mucho conviene para la felicidad pública poner la atención en los hombres por formarse, y no puede haber un cargo de mayor honor que cuidar de los planteles de los hombres morales; tales son las escuelas primeras letras de donde saca el ciudadano los primeros gérmenes que desenrollados en la edad madura producen la bondad o malignidad, y hacen la felicidad o infelicidad de la causa común.

Manuel Belgrano, 1810

Introducción

Manuel Belgrano es fundador de las “Pedagogías del Sur” (Wainsztok, 2015), ubicadas en la matriz de pensamiento pedagógico autónomo americano, parafraseando a la socióloga argentina Alcira Argumedo. Maestro de América, junto a algunos de sus contemporáneos como el caraqueño Simón Rodríguez, sienta las bases para una educación americana soberana, sin atadura a cadenas coloniales ni domesticaciones teóricas ni prácticas. Funda la pedagogía de la «América Profunda», tomando el término acuñado por el filósofo y antropólogo argentino Rodolfo Kusch.

Este triunfo de la escuela moderna tal como la plantearon los liberales del siglo XIX, se realizó desde la colonización cultural y pedagógica y ocultó proyectos previos que tenían su base en América. Así, pasó a la historia oficial la figura de Sarmiento como el “padre del aula” y se desconoce o ha sido poco explorada la obra de Manuel Belgrano como promotor de la educación en tanto asunto de Estado.

Manuel Belgrano funda, inventa con la fuerza de aquellos que en la historia han tenido la audacia y el amor de animarse a la obra de la urgencia común. Funda porque como el maestro Rodríguez lo advierte, “En la América del Sur las Repúblicas están Establecidas pero no Fundadas”. Funda porque era la urgencia de su época: fun – dar. Dar lo mejor de cada uno para crear América, para inventarla libre porque “En América, inventamos o erramos”.

Por esa fuerza fundacional escasamente comprendida y recibida en su momento y ocultada luego por pedagogías eurocentradas, es que homenajeamos hoy a Manuel Belgrano como uno de los más necesarios. Lo homenajeamos en este escrito pero también en prácticas educativas que danzan por toda América tan bellas y libres como desconocidas. A esas prácticas educativas en las que Belgrano Vive Hoy,  también nuestro homenaje.

 

Belgrano: las pedagogías del sur en la matriz de pensamiento americano

En este escrito utilizaremos el término Pedagogías del Sur para referirnos a corrientes de pensamiento, prácticas educativas, gestas populares, hitos en la historia de la educación, movimientos colectivos, etc. que en materia pedagógica hacen parte de una “matriz de pensamiento americano” (Argumedo, 2006), tejen una historia, un presente y un destino común para América. Partimos, entonces, de la convicción de la existencia de un sustrato o suelo conceptual compartido por los pueblos americanos, procurando rescatar también sus especificidades y aportes singulares a nivel nacional.

La socióloga argentina contemporánea Alcira Argumedo ha definido a las matrices de pensamiento como:

“…formas de reelaboración y sistematización conceptual de determinados modos de percibir el mundo, sus idearios y aspiraciones que tienen raigambre en procesos históricos y experiencias políticas en amplios contingentes de población y se alimentan de sustratos culturales que exceden los marcos estrictamente científicos o intelectuales.” (2006: 81)

Esta autora sostiene que desde la perspectiva oficial de las ciencias sociales, determinas corrientes teóricas son las corrientes teóricas, a diferencia de las otras manifestaciones conceptuales, poseedoras de “menor nivel” donde se inscribirían las vertientes de corte nacional y popular en América Latina. Según este sentido común difundido en la ciencia oficial, las corrientes teóricas son reconocidas como tales porque cumplen con algunos parámetros establecidos como rigurosidad, criticidad, coherencia interna, citas bibliográficas que demuestran erudición. Argumedo propone que sin desconocer tales criterios se incluyan otras variables para evaluar dichas ideas:

“Si millones de hombres y mujeres durante generaciones las sintieron como propias, ordenaron sus vidas alrededor de ellas y demasiadas veces encontraron la muerte al defenderlas, esas ideas son altamente relevantes para nosotros, sin importar el nivel de sistematización y rigurosidad expositiva que hayan alcanzado.” (2006: 10)

Esta matriz de pensamiento popular latinoamericano se encuentra expresada en ensayo político latinoamericano, en la literatura, en movimientos, gestas y manifestaciones de resistencia populares, en expresiones artísticas… Reconocer una matriz autónoma de pensamiento latinoamericano:

“Implica reconocer la legitimidad de las concepciones y los valores contenidos en las memorias sociales que, en el transcurso de cientos de años, fueron procesando la “visión de los vencidos”, una visión diferente de la historia iniciada con la Edad Moderna europea en los siglos XV y XVI. Conlleva la reivindicación de esas otras ideas sobre las cuales se han sustentado distintas experiencias y movimientos políticos de América Latina” (2006: 18)

En este escrito concebimos a Manuel Belgrano como parte fundante de esta matriz de pensamiento americano en sus manifestaciones pedagógicas. Fue uno de los hombres más lúcidos y activos de Mayo 1810 en el Rio de La Plata, abogado, hombre de letras y, más tarde, de acción militar, conocía de cerca el funcionamiento de la corona española por haber sido su funcionario. Pudo educarse en el Colegio San Carlos de Buenos Aires y estudiar abogacía en España, recibiéndose de abogado en 1794. Sorteando la censura de la Inquisición y con la dispensa del Papa Pío VI, pudo leer los “libros prohibidos” de la Ilustración Francesa: Montesquieu, Rousseau y los autores de la Enciclopedia (Gagliano, 2011) En Argentina hoy recordamos a Belgrano como uno de los fundadores de Nuestra Patria y creador de nuestra insignia más alta: el pabellón nacional. Sin embargo, su pensamiento pedagógico, no ha sido del todo explorado. Si bien algunos trabajos han compilado y reflexionado sobre su legado en materia de educación (Gagliano, 2011), no suele considerárselo como fundante de una matriz de pensamiento pedagógico americano. Una de las razones puede ser la amplitud de sus intereses y ocupaciones y la dispersión de sus escritos. Si bien la educación y su reflexión están entre sus principales motivaciones, no fueron los únicos tópicos desarrollados por Belgrano, quien además escribió en momentos de revolución independentista teniendo él funciones militares centrales en ese proceso. En este trabajo tomaremos escritos que Belgrano redactó siendo secretario del Consulado de Comercio fundado en Buenos Aires en 1794. Estas memorias se publicaban en el “Correo de comercio”. También trabajaremos con la memoria leída por el prócer en la sesión de la Junta de Gobierno del 15 de julio de 1796 “Medios generales de fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio en un país agricultor.”

Entre las principales características de las Pedagogías del Sur o de la América Profunda podemos mencionar al menos cuatro que se conservan a lo largo de la historia y la tradición pedagógica: 1) la educación como el “origen de la felicidad pública” y como asunto del Estado, 2) la propuesta de fundar y hacer pedagogía desde el amor a América, su identidad y su gente, 3) la importancia atribuida por ambos a la educación de las mujeres y 4) la centralidad del trabajo y sus saberes en el proceso pedagógico.

La educación como el “origen de la felicidad pública” y como asunto del Estado

En sus escritos, Belgrano parten de diagnósticos y lecturas de la realidad de su tierra y su pueblo: “el estado miserable” de la educación, “la ignorancia”, “los vicios”, “el abandono” y “la inhumanidad” en las que se encuentran sumidas las grandes poblaciones.  Como remedio de estos males, propone la educación,  el fin es la “felicidad del pueblo”. Como autor ilustrado, ve en la educación la posibilidad de regeneración moral, de elevación de las virtudes. Sin embargo, a diferencia de los modelos triunfantes que implantaron en América a fines del siglo XIX los sistemas educativos en consonancia con la fundación de los estados nación; Belgrano reconoce siempre la necesidad de  partir de los sujetos concretos de América, de sus pobres, sus indios, cholos, mujeres y gente de pueblo. Esta cuestión la desarrollaremos en el apartado siguiente.

En un escrito publicado en el “Correo de Comercio” el sábado 17 de marzo de 1810, Belgrano describe su lectura de la realidad y expresa la necesidad de que la educación sea asunto de estado para lograr la “felicidad pública”:

“No es fácil comprehender  en que ha podido consistir, ni en qué consista que el fundamento más sólido, la base digámoslo así, y el origen verdadero de la felicidad pública, qual es la educación, se halla en un estado tan miserable, que aun las mismas Capitales se resisten de su falta. (…)

Mas es; los ha habido, los hay es á saber, escuelas de primeras letras, pero sin unas constituciones formales, sin una inspección del gobierno, y entregadas acaso á la ignorancia misma, y quien sabe si a los vicios (…)

A la falta de estos establecimientos debemos atribuir los horrores que observamos, casi sin salir del poblado, y todavía mucho más en las poblaciones cortas; y sin límites en los campos, donde estamos por atrevernos a decirlo, se vive sin Ley, Rey ni Religión. Sí; porque no han oído esas voces majestuosas, ni siquiera han tenido quien les pueda haber hecho formar las ideas de ellas.” (2011: 77)

Hay en Belgrano una confianza amorosa en las posibilidades de la educación. La educación nos mejora, todos somos mejorables. Con la educación lo que fue amenaza se convierte en posibilidad, donde hubo miseria, el acto educativo pone riqueza.

Belgrano anudó el sentido de la educación al de humanidad y felicidad colectiva, un pueblo educado es un pueblo humano y feliz. Eso es darla a la educación carácter de derecho y ubicarla en la esfera de lo público y colectivo. Comprendió la urgencia imperiosa de poner la educación al alcance de todos, como modo de elevar moralmente al pueblo. Escribió en momentos de guerras por la emancipación americana y pensó a la educación como asunto público y como derecho del pueblo.

Fundar y hacer pedagogía desde el amor a América, su identidad y su gente

Entre los principales propósitos que Belgrano pensaba para la educación, entendía la necesidad de que nos educáramos en el amor a América y desde su identidad. El 8 de marzo de 1813 la Asamblea General Constituyente mediante un decreto le otorga a Manuel Belgrano un premio de 40 mil pesos por su triunfo contra los españoles en la Batalla de Salta durante su campaña al Norte. El prócer decide donar dicho dinero a la fundación de cuatro escuelas en las localidades de Tarija (actual Bolivia), Santiago del Estero, Jujuy y Tucumán (actual norte de Argentina). Redacta, con fecha de 25 de mayo de 1813, un reglamento por el cual deberían regirse las mismas. Allí explicita esta intención de infundir desde la escuela el aprecio por lo americano:

“El maestro procurará con su conducta y en todas sus expresiones y modos inspirar a sus alumnos, (…) un espíritu nacional, que les haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de americano, que la de extranjero”.

Hay en Belgrano un fuerte propósito de educar para la emancipación, pero no se trata de una emancipación abstracta imitativa de lo europeo “culto”, como la que triunfó luego con la fundación de los sistemas educativos nacionales, sino que produciendo lo necesario siempre partiendo desde las identidades y sujetos locales americanos.

Rafael Gagliano es uno de los pocos autores argentinos que ha dedicado parte de su obra al estudio de las ideas pedagógicas belgranianas. En su prólogo a la selección de escritos de educación del prócer afirma que:

“Como pedagogo criollo Belgrano sostiene con fuerza política la educabilidad de todos los hombres y mujeres americanos, en su singularidad específica e identidades concretas –como labradores, como jornaleros, como artesanos, como huérfanos- y establece la educación como el origen de todo progreso social, de toda regeneración moral y de toda reconstrucción económica.” (2011: 16)

Hay además en Belgrano una intención de que la educación colabore al descubrimiento de lo propio, nuestros propios valores materiales y simbólicos, nuestra lengua y nuestros autores, los saberes de nuestros artesanos y jornaleros, las riquezas del propio suelo, los mares y sus costas. “…gobernar es fomentar la riqueza propia (…) Belgrano se atreve a pensar a la población como riqueza” (Gagliano, 2011: 13) de ahí la necesidad de que la educación “útil” y “provechosa al Estado”. Una educación que enseñe a valorar lo propio como fuente de riqueza. En un escrito del “Correo de Comercio” del sábado 23 de junio de 1810 expresa:

“¿No nos será posible una nueva forma a los establecimientos que tenemos de educación, para hacerlos más útiles y provechosos al estado? Por qué ¿hasta cuándo se han de estar vendiendo doctrinas falsas por verdaderas, y palabras por conocimientos? No hay uno que de los que se han dedicado a los estudios, que, luego que han llegado a conocer la futilidad de las costas, que en la mayor parte le han hecho perder el tiempo, no se lastime de esta desgracia, y mucho más que continúe.

A pocos pasos que hemos dado, con el despejo de la razón, no hemos podido menos de encontrarnos con la falta notabilísima de ignorar nuestro idioma, y llenas nuestras cabezas de muchos rasgos de eloqüencia latina, y tal vez conociendo las perfecciones de los Poetas, que eran naturales de Lacio, sin poder atinar a entender ni nuestros oradores elegantes, ni nuestros Poetas celebres, hasta no entrar en un nuevo estudio, de que generalmente nos arredramos los más, cansados y fatigados ya del estudio de reglas y principios”  (1913: 202)

Producto de su mirada integral de pedagogo, economista y estadista criollo; encontramos en sus escritos una crítica a la educación imperante de la época: elitista, memorística, basada en el estudio del latín y de los autores clásicos, sumamente intelectualista y desinteresada por los saberes laborales prácticos y concretos que desde la visión larga de Belgrano son los más necesarios para el progreso material y espiritual en estas tierras. Desde una lectura más profunda, vemos que lo que subyace en esta crítica belgraniana a la educación imperante es un principio epistemológico, pedagógico y didáctico central de las Pedagogías del Sur: no es la repetición memorística de teorías la fuente del conocimiento sino el contacto concreto con el propio paisaje y la transformación del sujeto y el mundo a través del trabajo. Casi cien años después de que Belgrano escribiera estas palabras, desde el movimiento pedagógico escolanovista se hacía extensivo al mundo el principio vitalista de la experimentación y exploración del niño como modo de conocer. La práctica como fuente de conocimiento es también retomada por el brasilero Paulo Freire en la década del 60, a quien se lo suele considerar como el fundador de la Educación Popular del siglo XX. Hay en Freire un rechazo a la educación verbalista a la que definió como “educación bancaria” y un vínculo esencialmente dialogal entre teoría y práctica. Para Belgrano, al igual que lo veremos en Rodríguez, no hay pedagogo más grande que el ejemplo. Así lo afirma en unos párrafos del “Correo de Comercio” dedicados a la educación de las mujeres:

“Porque desengañémonos, el ejemplo… sí, el ejemplo es el maestro más sabio para la formación delas buenas costumbres. Nada valen las teorías, en vano las maestras explicarán y harán comprender a sus discípulas lo que es justicia, verdad, buena fe, etc., y todas las virtudes, si en la práctica las desmienten, esta arrollará todo lo bueno, y será la conducta en los días ulteriores de la depravación:¡Desgraciada sociedad, desgraciada nación, desgraciado gobierno!” (2011: 95)

La educación de las mujeres

Manuel Belgrano planteó la necesidad de la educación de las mujeres, en un tiempo donde estas estaban excluidas de las instituciones educativas coloniales, al igual que el sujeto americano, “los desarrapados” de Rodríguez, el pueblo de América, indios, negros, cholos, mulatos, gauchos, criollos, mestizos, chinas… La mujer no era un sujeto educable en los tiempos pre y posrevolucionario aunque hoy ya sabemos el papel protagónico que tuvieron en las batallas por la emancipación americana. Es el caso de varias mujeres cercanas a Belgrano como María Josefa Ezcurra, su compañera desde que fue designado al frente del Ejército del Norte y quien más tarde sería dirigente del Partido Federal bonaerense; Juana Azurduy de Padilla, Libertadora de Bolivia, a quien Belgrano legó su sable ante la negativa de Buenos Aires de darle grado militar; y Remedios del Valle Rosas, la enfermera y soldada afroargentina nombrada por el propio Belgrano como la “Madre de la Patria”.

En su memoria “Medios Generales de fomentar la industria…” Belgrano, proponía:

“…poner escuelas gratuitas para las niñas, donde se les enseñe la doctrina cristiana, a leer, escribir, coser, bordar, etc., y principalmente inspirarles el amor al trabajo para separarlas de la ociosidad, tan perjudicial o más en las mujeres que en los hombres, entonces las jóvenes aplicadas usando de sus habilidades en sus casas o puestas a servicio no vagarían ociosas, (…) con el trabajo de sus manos se irían formando peculio para encontrar pretendiente a su consorcio: criadas en esta forma serían madres de una familia útil y aplicada, ocupadas en trabajos que les serían lucrosos tendrían retiro, rubor y honestidad.” (2015: 56)

Esta propuesta y exposición incipiente de una auténtica emancipación económica femenina también era una valorización de la mujer como actriz económica y cultural de la sociedad que Belgrano contribuyó a formar. Del mismo modo, esta propuesta a la luz de las costumbres de la época era de avanzada, al proponer además de la soberanía económica femenina, una soberanía afectiva: estudiar y trabajar para garantizarse la subsistencia y poder elegir y “encontrar pretendiente a su consorcio”. En la propuesta de Belgrano las mujeres se vuelven sujetas activas emancipadas, capaces de decidir y elegir en la búsqueda de sus parejas y no pasivas de ser encontradas.

Educación y amor al trabajo

Otro tema central que va a estar presente en todas las Pedagogías del Sur y Belgrano se adelantó a plantear, fue la estrecha articulación entre proyecto productivo y económico y proyecto educativo. En su Memoria planteada al Real Consulado en 1796 Belgrano se preguntaba “[l]as obras públicas, las casas, etc., ¿quién las hace?”. En esta misma memoria, Belgrano comienza leyendo los principios de los que parte:

“Fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio son los tres importantes objetos que deben ocupar la atención y cuidado de VV.SS.

Nadie duda que un Estado que posea con la mayor perfección el verdadero cultivo de su terreno, en el que las artes se hallan en manos de hombres industriosos con principios, y en el que el comercio se haga con frutos y géneros suyos, es el verdadero país de la felicidad pues en él se encontrará la verdadera riqueza, será bien poblado y tendrá los medios de subsistencia y aun otros que la servirán de pura comodidad.” (2011: 45-46)

Partiendo de estos principios, en este hermoso escrito Belgrano va a fundamentar su proyecto económico en consonancia con un proyecto pedagógico. Luego de una lectura de la realidad económica, cultural y espiritual de su tierra, lo que demuestra cuán conocedor era de su pueblo, propone fundar escuelas de agricultura, una escuela de dibujo, escuelas gratuitas para las niñas, escuelas de hilanza de lana y escuela de comercio. Establece para cada una de ellas los contenidos que ha de enseñar y sus finalidades específicas. Dice Belgrano:

“He visto con dolor sin salir de esta capital una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria y la desnudez; una infinidad de familias que solo deben su subsistencia a la feracidad del país, (…) estados seguramente deplorables que podrían cortarse si se les diese auxilio desde la infancia proporcionándoles una regular educación que es el principio de donde resultan ya los bienes y los males de la sociedad. Unos de los principales medios que se deben adoptar a este fin son las escuelas gratuitas adonde pudiesen los infelices mandar a sus hijos sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción, allí se les podría dictar buenas máximas e inspirarles amor al trabajo, pues en un pueblo donde no reine este, decae el comercio y toma su lugar la miseria, las artes que producen la abundancia, que las multiplica después en recompensa, perecen, y todo en una palabra desaparece cuando se abandona la industria porque se cree que no es de utilidad alguna. Para hacer felices a los hombres es forzoso ponerlos en la precisión del trabajo con el cual se precave la holgazanería y ociosidad que es el origen de la disolución de costumbres. A muy poco costo podría esta junta tomar medidas para llevar a efecto estas ideas. Después que ya los niños salieran de aprender los rudimentos de las primeras letras, podrían ser admitidos por aquellos maestros menestrales que mejor sobresaliesen en su arte, quienes tendrían la obligación de mandarlos a la escuela de dibujo velando su conducta, consignándoles una cierta cantidad, por su cuidado en la enseñanza y además señalando cierto premio al que en determinado tiempo diese a sus discípulos en esto, aquello, etcétera.” (2011: 55, 56)

Entonces, ¿cuál era el fin último de la educación técnica? Ciertamente no consistía simplemente en crear un proletariado dócil y capacitado para una industria casi inexistente en el continente en la alborada del siglo XIX. Si bien la creación de industrias era parte del proyecto de los revolucionarios de la emancipación – para Manuel Belgrano y Mariano Moreno debía ser creado por el Estado–, lo que se había propuesto era “inspirarles amor al trabajo” según el padre de la bandera.  Es allí donde podemos repensar una educación para el trabajo. Se trata de aprender a trabajar, a organizar la tarea, a realizarla integralmente y obtener de ella el sustento.

Palabras finales

El antropólogo y filósofo Rodolfo Kusch a quien hemos presentado al comienzo de este trabajo en su obra “Geocultura del hombre americano” afirma que: «No se puede educar en general. Se educa a alguien para se adapte a una comunidad y al sentido  de  la  realidad  que es propio de ella. (…) toda educación tiene un hondo sentido local que se pone de manifiesto cuando se traspone la cultura que le corresponde. (O.C. III, p. 113) Para Kusch «Cultura supone entonces un suelo en el que obligadamente se habita y habitar un lugar significa que no se puede ser indiferente ante lo que aquí ocurre”. (O.C. III; p. 171). Estas palabras de Kusch nos llevan inevitablemente a pensar en Manuel Belgrano como prócer de la independencia americana, fuertemente posicionados en su tiempo y su tierra, pensando y fundando desde la América Profunda. Belgrano es semilla de soberanía y amor, promotor de la educación pública y popular, es base tierna e imprescindible para hacer Pedagogías del Sur desde el sur, con sus pueblos, sus paisajes, sus colores, sus historias…

 

Bibliografía citada

ARGUMEDO, ALCIRA (2006) Los silencios y las voces en América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular. Buenos Aires, Colihue.

BELGRANO, MANUEL (1913) Documentos del archivo de Belgrano. Buenos Aires, Imprenta Coni.

BELGRANO, MANUEL; GAGLIANO, RAFAEL (presentación) (2011) Escritos sobre educación : selección de textos. La Plata : UNIPE, Editorial Universitaria.

KUSCH, RODOLFO (2007) Obras completas. Rosario: Editorial Fundación Ross, 4 volúmenes.  “Geocultura y desarrollismo” y “La cultura como identidad” en Geocultura del hombre americano; Obras Completas. Tomo III.

RODRIGUEZ, SIMÓN, WAINSZTOK, CARLA (prolog.) (2015) Sociedades Americanas (1828-1842). Buenos Aires, Urbanita.

 

 

 

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